
Hace un par de noches salté de alegría. Puedo decir que es la primera vez que bailo ligeramente sobre la tumba de la plandemia. Eran pasadas las doce. Salté una y otra vez. Mis zapatos dejaron mil huellas en el culo del toque de queda.
Al torcer la calle vi mucha más gente romper la provisional. Era como si la prohibición se hubiera quedado sin potestad en medio del regalo del cielo. Como si el inmenso manto blanco hubiera nublado los ojos del carcelero.
Para mi sorpresa, cuando desperté a la mañana siguiente, el milagro cuajó aún más. Contemplé con enorme alegría que, mientras la ley patinaba torpemente por su propio peso, las almas libres bailaban entre los copos.
La televisión tuvo que dejar de hablar 24 horas del miedo invisible que mata más por su pánico que por su existencia, que enriquece a los falsos pregoneros, que construye muros entre los humanos, que manipula lenguas hermanas desde su torre de Babel.
Porque estos días el milagro del cielo abrió la grieta, nos dio la llave que había robado al alcaide, la señal, la chispa de «¡Qué bello es vivir!» frente a la oscuridad.
Mucha gente dejó de visionar el pánico hasta tal punto que muchos rieron hasta hacer caer sus máscaras. Hasta tal punto que tampoco insultaban a los que se mostraban.
Hasta el punto que la distancia social se convirtió en ayuda vecinal.
Parecía como si fuéramos animales que confían en su propia esencia. Como si fuéramos seres que el rey y sus verdugos no han podido enfrentar para conservar sus torres de oro.
Como si fuéramos animales que confían en su propio reino.
Eso es lo que éramos bajo el milagro.
Por supuesto, surgió el contra-ataque de las pantallas del reino y sus acólitos de balcón denunciando que rompimos las distancias, que osamos ser libres y alegres, que disfrutamos de la gran prohibición (vivir).
La cosa es que a los medios les entró urticaria por vernos sin su mando en la mano, por vernos fuera de la cárcel del zoo mediático. Les dieron los siete males por ver a la infancia vivir y saltar fuera de bozales, cuadrados y cadenas.
Luego los esbirros de uniforme (aunque no todos obedientes al dictador disfrazado de doctor) trataban de evitar la fiesta de fraternidad y de diversión.
Pero las risas eran tan imparables que los inquisidores eran impotentes en medio de la orgía blanca.
Por eso, los uniformes trataban inútilmente de evitar los bailes y las bolas blancas en el aire. Y era realmente placentero ver toda su autoridad perdida
enfrentándose al cielo con la intención de detener una tormenta de nieve.
Ese día la hoguera se apagó para las brujas y los herejes. Y los palmeros del miedo han quedado un poco más en evidencia haciendo portada de la libertad prohibida.
Sin embargo, no hay primera plana para denunciar las cloacas que, de nuevo, dicen cuidar la salud mientras sin piedad suben la luz. Que enferman de frío al pobre para calentar el trono eléctrico de González y Aznar.
Otros grandes financiadores del látigo mediático que distraen al pueblo mientras sus amos esconden el mapa futuro de un gran presidio global con un solo amo.
Pero, por un momento, el cielo se puso de nuestro lado y les enseñó que son más pequeños de lo que creen. Y también son mucho más pequeños de lo que creen frente al pueblo. Pero por desgracia eso todavía es pronto para que lo sepan…
Pero lo sabrán.
Por eso, ahora que nos llevarán a nuevos días de angustia, de oscuridad en el presidio, de distancia vecinal, de llamar covid a la gripe y, sobre todo, de llamar covid a los efectos secundarios del gran pico…
Ahora que nos querrán emparedar, ondeando de nuevo la bandera de la salud, ahora que venderán vacuna a cambio de «libertad», dictadura y enfermedad…
Recuerda el premio de la desobediencia a los tiranos.
Aunque ahora ya suenen lejanas la vida y las risas
Aunque el cielo tarde en volver hablar.
Recuerda quién tiene, en verdad, el mando del destino en sus manos.
Recuerda, siempre, cuál es la recompensa de la Naturaleza por escapar de la jaula.
Gracias por tus escritos, son una esperanza en medio de tanta locura.
Gracias a ti Carmen por leerlo. Todo un placer infundir esperanza, es la fuerza que nos hace falta para que no nos rindamos que es lo que buscan.
EMOCIONANTE….y totalmente de acuerdo…a por más consciencias…
¡Ahí está! Cada vez más gente consciente para evitar el desastre e ir hacia un mundo mejor. Muchas gracias por tu comentario.
Fue una explosión de alegría, reprimida tanto tiempo. Los niños, sobre todo ellos, pudieron tocarse sin miedo. Y también se puso de manifiesto que los grandes poderes son realmente muy pequeños. Adelante
Maravilla de escrito. Gracias. Completamente de acuerdo en el sentir!
Con tu permiso, lo comparto
Abrazos
Mil gracias por tus palabras y por compartir Pilar. Te lo agradezco 🙂
Un abrazo
Me encanta !!!!
¡Muchas gracias Bona! Me alegro de que te haya gustado tanto.
¡Siii! Así es Manuel. Era un auténtico placer ver a los niños y niñas jugar con total naturalidad, volviendo a su esencia más alegre después de todo lo que estos grandes olvidados están pasando.
Los pequeños haciéndose grandes y los grandes responsables haciéndose pequeños. Fue, efectivamente, maravilloso.
Toda una señal de a dónde podemos llegar si cada uno hacemos lo que está en nuestra mano.
Un abrazo
Así se siente,se piensa,se escribe.!Gracias.
Gracias a ti Nuria por estar ahí y por leerlo. Por mi parte un placer que te guste tanto 🙂
Un abrazo
Los felicito! es mi sentir! Uruguay comparte aunque todavia, muchos, estan dormidos. Sera cuestion de tiempo, no se, pero hay algo que me dice que ya somos unos cuantos! gracias
Siii Gilda, no lo dudes. En todo el mundo cada vez somos más. Lo que ocurre es que aquí, en España, es uno de los países donde más se censuran en los medios todos los movimientos que está habiendo en Europa y Latinoamérica contra toda esta farsa que está ocurriendo.
Pero es inevitalble que la verdad se descubra y que los que la vamos descubriendo nos vayamos huyendo por mucho que nos hagan creer que somos cuatro locos. Te aseguro que no, que sólo hay que ver la cantidad de personas que se niegan a ponerse esta terrible nueva vacuna.
Creo que eso va a ser un gran punto de inflexión. Si una mayoría nos negamos a vacunarnos su agenda no se puede cumplir y a partir de ahí, de la desobediencia, es cuando tenemos que coger el mando e instaurar una verdadera democracia donde nada de estos abusos a los derechos fundamentales sea posible.
Un abrazo y gracias a ti por escribir. Me encanta cuando mis mensajes llegan tan lejos y me hacen sentir, a la vez, que muchas personas conscientes estamos muy cerca.
Gracias!! Hermosa experiencia compartis! Acá en Argentina sigue despertando gente del letargo y cada vez más las reglas quedan vacías de obediencia…a por más conciencia!
Gracias de nuevo Gabina por estar ahí. Sí, me han llegad imágenes muy emocionantes de Argentina (no a través de los medios, por supuesto).
Creo que el 22 de enero tenéis manifestación allí. Aquí, en España, hay una gran manifestación el 23.
Estos encuentros son toda una inyección de esperanza y fuerza hacia una nueva humandidad. Todo lo contrario que el resto de las inyecciones que nos quieren meter.
Un abrazo enorme. No estamos solos y cada vez estamos más cerca 😉
Gracias Javier otra vez por tan clarificadores escritos.
Alegra saber que ahí detrás hay más gente que tiene los ojos abiertos y se siente aún libre para expresar
Gracias a ti Sol por tu comentario. La censura estrecha y cierra por muchos lados pero los que creemos en la libertad somos cada vez más y haremos que callarnos sea imposible.
Al final, el grito de libertad se hará más fuerte y será el que ordene meter en la cárcel a los que han provocado esta masacre y a sus secuaces, los medios.