
Es de noche en la gran ciudad y, entre la multitud que duerme, sólo algunas ventanas están encendidas como estrellas en un firmamento eléctrico.
Entonces la brisa se cuela en una de ellas… Una botella medio vacía, un sándwich mordido, un cigarro extinguiéndose, un segundo que se ralentiza como una voluta de humo, un mensaje recién enviado, una onda que inicia su aventura exterior, un visillo que intenta volar, un nuevo amor que se asoma temiendo por su supervivencia…
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Me cuelo de nuevo en tu diario, desde un autobus que ojalá tardase un segundo en llevarme al trabajo, otra vez llego tarde….
El sol ha vuelto a asomarse a nuestro cielo azul madrileño para alumbrar el primer día de cole de tántos pequeños, y otros no tánto, que lanzan al frío sus nombres, cruzando pasos de cebra, al verse de nuevo las caras después de muchos días de fiesta.
Te vuelvo a leer después de muchos meses…..alimentando mi nuevo Amor andaba, feliz! Y como siempre, vuelve tu poesía a inspirar mi pensamiento….
Qué placer que te vuelvas a colar por aquí… Ya veo que te ha inspirado mucho, qué poético tu comentario, me ha encantado eso de «que lanzan al frío sus nombres»… Con todo esto los días de vuelta, el fin de la Navidad (que bueno, no siempre es la mejor época para todos), tiene un toque mucho más llevadero. Gracias por ese detalle tan cálido en mitad del temporal 😉
Para eso estamos los seres, no? Para compensarnos unos con otros….las noches románticas con las mañanas brillantes y las tardes de otoño con primaverales ocasos.
Mientras vayamos encontrando momentos especiales, seguiremos manteniendo el equilibrio……mi querido funanbulista!
No sé si me he explicado muy bien, sorry!
Te has explicado perfectamente… Eso es… mantener el equilibrio, la llama y vivir sin olvidarse de los mortales. Así es, mi querida trapecista