Vienes hasta mí y abres tu corazón roto, usado y reparado. Entonces abres tu segunda mano, coses la luz de la ventana
con tu sonrisa de hermosa bruja y haces que el frío emprenda su huida…

La nieve apenas resiste tu cuerpo desnudo. Se derrite también el olvido de tus sábanas, de tu ser medio
hundido en el sueño, medio bañado por el placer, casi silbado por el viento.

Traes paz, hierba y horizonte a mi jardín recién cortado, a mis huesos temblorosos, traes un brindis a mi
ansia por ser alumbrado, bendecido, coronado por lo mejor de lo invisible.

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